El amor dura eternamente

    «Queridísima Angélica: he llegado, y he venido por ti. Estoy enamorado como un gato, pero también mojado como una rana, sucio como un perro perdido, y hambriento como un lobo. Apenas me haya limpiado y me considere digno de dejarme ver por la hermosa entre las hermosas, me precipitaré a tu encuentro: dentro de dos horas. Mis saludos a tus padres. A ti… nada, por ahora.»
    El amor dura eternamente, querido Tancredi. Desgraciadamente, los seres amados son tan efímeros como las personas. De hecho, si me permites el atrevimiento, diré que los seres a los que amamos no son más que personas, como tú y como yo. No son merecedoras de tanta devoción, no. Tancredi, hemos cometido muchos errores. Errores de bulto. Ya va siendo hora de que se nos trate como a iguales, ¿verdad? ¿acaso no sientes sobre tus hombros el ultrajante peso de la desigualdad? Pues yo te digo que todos estos asuntos tienen fácil solución. Ve ahí ahora mismo y sé valiente. Intenta hacerle comprender cuánto anhelas la paridad; ella seguramente te ayudará. Te necesita más de lo que imaginas, y su belleza palidecería al lado de tu ingenio, si por suerte éste se pudiese materializar. No seas torpe y defiéndete de tus fantasmas, Tancredi.
    Que nadie piense que los Salina claudicamos ante la belleza.

La pregunta del millón: ¿alguna vez, amigos, habéis prostituido vuestra idiosincrasia
durante un período prolongado de tiempo con objeto de causarle buena impresión
a una persona de un atractivo indiscutible?

34 Comentarios