Hoy es un día como otro cualquiera…

    … sólo que en algún lugar del Mediterráneo, quizás lejos de su librería favorita, un muchacho inquieto concilió mal el sueño anoche. Esta historia se ha venido repitiendo tal día como hoy durante los últimos veinticinco años (un cuarto de siglo, Angélica). No te preocupes, ya casi te alcanzo con la punta de los dedos. Si no fuera porque me da vértigo estirarme… Querido Tancredi, calculo que en el breve lapso de tiempo que transcurre desde que la pesada puerta de su casa se cierra hasta que el sonido del pasador y otros herrajes diversos viaja por el aire hasta llegar al oído interno y ser interpretado por su raquítico cerebro, habrá usted podido advertir que quizás el mayor olvido del día no sean las llaves al otro lado de la puerta, sino su alter-ego socarrón e indestructible que tan buenos resultados le proporcionó durante los años noventa.
    Imagino que hoy no es la onomástica de la mayoría de ustedes. Ah, y un saludito a Cela, que prefirió perderse semejante evento. Sabia decisión.

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