El fin de los Tiempos

Hijos mios, pecadores como yo,
Vivimos sin duda el fin de una época, no es que me ponga apocaliptico, aunque lea bastante el Apocalipsis y otros libros sagrados, pero no se puede negar que los signos se nos presentan por doquier.
El Papa se muere, esto es lo más importante. El mayor poder no es el poder, sino la influencia y la autoridad. De eso, desde mi puesto de inquisidor, sé mucho. Quien ejerce el poder está sometido a tremendas presiones de uno y otro lado, y a la mayor de todas, que es el miedo a perderlo. Por otro lado está solo, sin nadie en quien apoyarse, cuando llega el tremendo y místico momento de tomar decisiones. La autoridad, el escondido don, es de gran comodidad, porque se ejerce sin responsabilidades últimas, aunque no por ello con menos eficacia e incidencia en el mundo.


Otro signo, Aznar se va. Deja el poder para venir a ese plácido lugar que es la influencia. Fuera de las cámaras y del populacho, pasará a engrosar ese lúgubre club en la sombra que constituyen los poderes que, en realidad, nos gobiernan.
El príncipe se casa, por fin, con la persona perfecta. Una chica estupenda para escarnio de republicanos, que firma manifiestos a favor de la Santa Sebe de Oviedo (foco de perversión y pecado) mientras presenta telediarios con Urdaci. Quizás algunos os preguntéis si, en realidad, la ingeniería genetica ha adelantado tanto que existe una fábrica de alta biotecnología que produce princesas por encargo. Quizás os preguntéis tambien si, en realidad, nadie existe: sus padres, vecinos, compañeros de trabajo, su trayectoria… un inmenso montaje más de la inmensa conspiración que nos rodea. Quizás yo lo sepa, pero por protegeros como a ciudadanos-niños, sea mejor que no os lo confirme.
Más signos:
NO, mejor no, os recomiendo que viváis vuestras tristes e insustanciales vidas haciendo el amor lo poco que podáis, trabajando mucho para producir más y más, viendo el fútbol y salsa rosa o gran hermano, bebiendo en alguna fiesta, pagando la hipoteca del piso,… esas cosillas.
Por mi parte, leeré periodicos hasta entontecer. Cada uno tiene sus perversiones.
Con mi bendición, especialmente a Pinano, que me ha creado Cardenal de verdad por fin.

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