Confesiones

No son las de San Agustín, a quien hace tiempo que dejé atrás en la práctica de toda clase de perversiones. Pero lo cierto es que el cambio de década y otros cambios de la vida (de lugar de vida, de trabajo, de entorno) están produciendo una crisis grande y profunda en la vida de este viejo cardenal.
No hace mucho escribí que el Fin de los Tiempos está cerca. Fue durante la festividad cristiana del Adviento, que siempre me gustó porque está dedicada a la Esperanza, a lo que está por venir. Creo que es significativo.
Siempre fui cardenaliciamente moderado, con gran prudencia y miedo en mis manifestaciones, silencioso o locuaz en función de las circunstancias. Este foro de nuestro mecenas pinano, ofrece la extraña oportunidad de escribir con apariencia de intimidad lo que luego es de público conocimiento.


Nuestro amigo Illich igual no lo entiende aún, pero conforme el tiempo va pasando, en muchos casos, se van perdiendo los ideales, la fe, los objetivos, los valores…
Los amigos van siguiendo su camino, las distancias aparecen, nos hacemos menos flexibles, las manías aparecen… Hay una canción de Ismael Serrano que lo expresa bien, al decir «me han vencido viejos fantasmas, nuevas rutinas y en cada esquina me espera un ratero para robarme las alhajas, los recuerdos, las felicidades…»
Terminada la feliz vida de estudiante y enfrentado al trabajo de oficina de 8 a 6, te queda poco tiempo para otra cosa que ganarte las lentejas y llegar cansado a casa. Los viejos ideales pierden poco a poco su sentido… quizás este sea un aspecto que depende de uno mismo (es tu opción dejar que se desvanezcan) pero quizás es también la pérdida de una batalla, o peor aún, de una guerra.
La tendencia a la superficialidad, a los días (o mejor, a las noches) de vino y rosas, tocan a su fin. Se acabaron las noches de locura derrochando alcohol, exaltando la amistad hasta el amanecer. La casa, la tele, el periódico y el sofá, se te ofrecen junto a las sopitas y el buen vino como una papilla a un viejo sin dentadura. Por otra parte el tiempo afecta también al cuerpo: Cobra sentido la canción de Siniestro Total que dice «cuánta puta y yo que viejo». El sexo, comienza a ser cada vez más difícil y de peor calidad, sin que el amor haya terminado por llegar. Las estrategias para afrontar una vejez en soledad comienzan a entretejerse.
El tiempo nos dice también que no habrá revolución, que el Stablishment ganará las elecciones de Marzo otra vez. Que los viejos rockeros son Sir o Lord. Que la izquierda está compuesta por una pandilla de pijos o por unos viejos chochos o por unos jovenzuelos a los que, al venir en plan alternativo de una manifa antiglobalización, no puedo evitar ver, en no poco tiempo, saliendo con corbata saliendo de un banco tras vender la enésima hipoteca a otros jóvenes como ellos.
Este año eso significa para mi el Adviento, que para los que son ignorantes de la cultura católica, es un periodo que acaba la semana que viene, en ese horrendo día festividad del Consumismo y el Corte Inglés. Que nos aproveche a todos.

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