El tiempo como un todo continuo vs el tiempo discretizado (o escriba aquí un título menos pretencioso)

    Esto se pone difícil. Demasiadas oportunidades de ocio y esparcimiento como para asistir a la Universidad. No es que por aquí estemos por completo entregados al vicio y al despiporre, no, es más bien una prudente y continuada actitud festiva 24/7. Que si una cervecita por aqui, un francesino por allá, una tertulia que se prolonga hasta que despunta el alba… sin ser exagerado diría que este es el tipo de vida ideal para un tipo como yo, the great pretender, aquel que finge construir su propia vida a base de una vasta coleccion de momentos hermosos. Después de todo quizás el tiempo sea discreto; o lo discretizamos nosotros, que no es lo mismo, pero es igual.
    Cada día me enfrento a la ardua tarea de encontrar un rinconcito de tiempo para estar a solas conmigo, close & personal. Me echo de menos. Desprovisto de intimidad como estoy, no es extraño que en ocasiones añore el anonimato de la confianza; aquel anonimato pacífico que, amigos míos, solo vosotros me proporcionáis.
    Y luego está el mar, testigo mudo de mis devaneos. La Universidad está en un alto, y desde allí la vista es estupenda. Como nunca antes he vivido en una ciudad costera, la vista del mar me sorprende al final de cada pendiente, en el autobús, detrás de los edificios. ¿Por qué la gente de aquí ya no se fija en el mar? ¿Acaso es posible que uno se acostumbre a tal cosa? Es una cosa buena el mar, sí. Las playas de Catania son en su mayoría de piedra volcánica. Los granos de arena son tan grandes como una televisión grande y tan ásperos como una rodaja de pan duro, de modo que si uno de ellos se te metiera en el ojo estarías en serias dificultades.

27 Comentarios