No confíes en ellas

Gracias a ti, amigo y hermano. Siento haberme dejado llevar por la emoción del discurso.
Dos cosas tengo que comunicaros hoy:
    – Aunque me pese, he de decir que hoy me he sorprendido sonriendo al ver bajarse al Príncipe del coche (peazo coche) a tan solo quince metros de mí. Lo curioso es que realmente yo pasaba por allí y empecé a oir a la gente como loca gritar «Alteza, Alteza», y tras darme cuenta de que no se referian a mi, es más, ni si quiera miraban en mi dirección, decidí acercarme y allí llegaba nuestro principito. «Que guapo, que alto…» decían a mi alrededor entre gritos, pero lo que no sabéis es el traje que llevaba. Eso por la TV no se aprecia, pero pa mi que ese era de los caros porque me gustó hasta a mi, y tenia pinata de oler muy bien. Eso sí, lo que daba un poquito de mal olor era la masiva presencia policial que coloniza Oviedo.


    – Lo otro y mucho menos agradable es que estoy muy puteado, porque una vez más me doy quenta que las mujeres son una lacra cuando se trata de hacerse cargo de algo, y más aún si es nuestro, y más aún si es de valor. Una mujer me ha rayado la moto, y lo peor es que es mi novia. No se si matarla o darle un beso, y de estos no me quedan así que creo que me voy a liar a mascaos. Joder ni dos putos meses me ha durado intacta. Abogo por la fundación del club ya. Quien tenga que oir, que oiga.
Os quiero, amigos y arrimados.
Os odio, arrimadas.

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